Carlos Orozco , noticias , sociedad Jueves, 11 enero 2018

‘Qué buena raza’ es el ejemplo perfecto de una telenovela que no esquivó la realidad fujimontesinista [VIDEO]

Título original: Qué buena raza: ¿Cómo hacer una telenovela social?

La ciudad y el contexto siempre puede ser un escenario vivo dentro de una ficción. Al menos así parecen entender este trabajo el realizador Michel Gómez y el guionista Eduardo Adrianzen desde que empezaron su carrera televisiva, la que alcanzó uno de sus más altos picos con Los de Arriba y los de Abajo y que luego continuó hasta entregarnos esta importante telenovela llamada ‘Qué buena raza’.

Las novelas de la dupla Gómez – Adrianzén no solo son historias aisladas sino que tienen un termómetro coyuntural al rojo vivo, respiran un contexto, una etapa de nuestra historia, es esa maravillosa manera en que la ficción toma la realidad para hacer sátira, para burlarse, pero también para llevar un mensaje contundente.

Es precisamente una telenovela social porque tiene un compromiso más allá del entretenimiento puro y duro, material al que algunos realizadores más contemporáneos prefieren abrazar.

Qué buena Raza, lejos de la pomposidad e histrionismo de otras producciones de corte clásico o hijas del modelo mexicano, respira peruanidad en todo momento. Es, en breves palabras, la historia de Valentín Condori y Fiorella Prado, dos chicos de clases sociales opuestas que se envuelven en una condimentada historia de amor.

La familia Prado odia a Valentín, pero este odio es manejado en distintos niveles, desde el más ordinario hasta el más crudo y ridículo, sus expresiones son caricaturizadas y un personaje tan delicado y real como el discriminador es expuesto en esta telenovela como lo que realmente resulta en la realidad, estúpido. 

Es realmente delicioso espectar cómo Adrianzén abofetea a la clase alta limeña, esta esfera tan moderna y adinerada pero a su vez presuntuosa y boba. El antagonista Junior Stewart es una muestra clara.

‘Qué buena raza’ tiene también un componente coral, las historias se construyen en relación al amor, al poder y a la venganza y con diversos intérpretes. Tenemos la familia migrante, el emprendedor, el dueño de un canal de televisión que resulta involucrado en corrupción, empleadas domésticas, pandilleros, y muchos otros personajes. El marco es el de una Lima que se sacude de la dictadura fujimorista, hay muchos guiños al respecto, desde las marchas hasta el lavado de banderas.

Valentín Condori en pleno lavado de banderas contra el decenio fujimorista. Imagen: Youtube

Valentín Condori en pleno lavado de banderas contra el decenio fujimorista. Imagen: Youtube

No hay duda de que Eduardo Adrianzén y Michel Gómez cambiaron la forma de hacer una telenovela, de escribir un guión y de exponer una sociedad en este formato. Ese es el verdadero compromiso del creador con la audiencia en busca de la trascendencia, otras iniciativas televisivas prolongadas y descuidadas son más bien ganas desaforadas por cobrar mejores cheques.